Ir al contenido principal

"La templanza es aprender a vivir sin ser esclavo de tus deseos"

Cómo superar la procrastinación, lecciones de EPICTETO.

Historia sobre cómo superé la procrastinación gracias a las enseñanzas de un Filósofo.

Me llamo Marco, y fui discípulo del gran maestro Epicteto. Nunca olvidaré aquella noche en que, con una sola enseñanza, transformó mi vida para siempre.

El viento soplaba fuerte aquella noche, colándose por las rendijas de la cabaña. El crepitar del fuego era el único sonido que rompía el silencio. En el centro de la estancia, un reloj de sol, aunque inservible en la oscuridad, recordaba la inexorable marcha del tiempo. Epicteto estaba sentado en su rincón habitual, con una expresión tranquila, como si nada en el mundo pudiera perturbar su paz. La tenue luz de las antorchas proyectaba sombras danzantes en las paredes de piedra, creando una atmósfera casi mágica. Afuera, la ciudad dormía, pero dentro de mí, una tormenta de pensamientos no me dejaba en paz.

Habíamos terminado nuestras tareas diarias, pero en mi interior cargaba una inquietud: llevaba semanas postergando un importante trabajo que debía presentar ante el Senado. Cada noche me prometía hacerlo al día siguiente, pero el día siguiente traía consigo nuevas distracciones, nuevas excusas y un falso consuelo de que aún tenía tiempo.



Como si hubiera leído mi mente, Epicteto levantó la mirada y, con una voz firme pero tranquila, dijo:

—Marco, cuéntame, ¿qué es lo que has dejado para mañana?

Tragué saliva. No había forma de escapar de su mirada inquisitiva. Dudé, pero finalmente confesé mi vergüenza.

—Un discurso, maestro. Uno que debo presentar dentro de pocos días… pero cada vez que intento comenzarlo, encuentro algo más urgente que hacer.

Epicteto sonrió con paciencia y tomó un carbón del fuego, observándolo arder en su palma antes de soltarlo sobre la mesa.

—La procrastinación, Marco, es como este carbón encendido que llevas en la mano pensando que no te quemará si lo sostienes solo un poco más. ¿Y qué ocurre al final?

—Termina por quemarme, maestro.

—Así es. Pero lo peor no es el dolor de la quemadura, sino que, mientras sostienes el carbón, dejas de construir lo que realmente importa. ¿Sabes cuál es el origen de la procrastinación?

Negué con la cabeza, aunque en mi interior ya temía la respuesta.

—Miedo —dijo él—. Miedo al fracaso, miedo a no ser lo suficientemente bueno, miedo a que lo que hagas no sea perfecto. Pero dime, ¿Qué es peor? ¿Intentarlo y fallar, o no intentarlo y dejar que el tiempo decida por ti?

Sentí un escalofrío. Me di cuenta de que la procrastinación no era solo pereza, sino una forma de autoengaño, una ilusión de que evitar el problema lo haría desaparecer.

Epicteto se puso de pie y, con su bastón, trazó una línea en el suelo.

—Esta línea representa tu vida. Cada día que pospones algo importante, das un paso hacia atrás en lugar de adelante. Al final, cuando mires atrás, no recordarás los placeres momentáneos que te hicieron postergar, sino las oportunidades que perdiste por no actuar.

Se volvió hacia un rincón de la habitación, donde un mosaico mostraba a Ulises atado al mástil de su nave mientras las sirenas intentaban seducirlo con su canto.

—¿Ves esta escena? Ulises ordenó que lo ataran porque sabía que caería en la tentación. Así también nosotros debemos atarnos a la disciplina, pues la procrastinación es como el canto de las sirenas: dulce en el momento, pero mortal en el futuro.



Hizo una pausa y añadió:

—Existen varias causas por las que los hombres caen en la trampa de la procrastinación:

  1. Miedo al fracaso – Creemos que no seremos lo suficientemente buenos, así que evitamos intentarlo. Un hombre teme que su negocio fracase, así que nunca lo inicia.
  2. Falsa sensación de control – Pensamos que tendremos tiempo después, pero ese tiempo nunca llega. Como aquel que posterga aprender una habilidad, creyendo que mañana será más fácil.
  3. Búsqueda de placer inmediato – Preferimos actividades de recompensa rápida en lugar de esforzarnos en algo más difícil pero significativo. ¿Cuántas veces has pospuesto el trabajo por una distracción fugaz?
  4. Falta de claridad – Cuando no sabemos por dónde empezar, nos paralizamos. Un escriba puede posponer su obra simplemente porque no sabe cuál debería ser la primera frase.
  5. Perfeccionismo paralizante – Postergamos porque queremos que todo salga perfecto, en lugar de avanzar poco a poco. Un escultor que nunca comienza su estatua por miedo a cometer errores, jamás la verá terminada.

Bajé la mirada, sintiéndome pequeño ante la verdad de sus palabras.

—Y la peor trampa —continuó el maestro— es la parálisis por perfección. Esperas el momento ideal para actuar, pero ese momento nunca llega. El perfeccionismo es solo una excusa disfrazada de virtud.

Entonces, su mirada se tornó más severa.

—Mañana, Marco, es la excusa de los débiles. Si quieres ser libre, si quieres ser dueño de tu destino, entonces actúa ahora. No esperes a estar listo, porque nunca lo estarás completamente. Empieza, aunque sea con un solo paso. Pero empieza.

Epicteto tomó su bastón y lo golpeó suavemente contra el suelo.

—Ahora escucha bien, Marco. Para superar la procrastinación, debes entrenar tu mente y tu cuerpo con disciplina. Aquí tienes tres ejercicios que debes practicar todos los días:

  1. La regla de los dos minutos – Si una tarea te toma menos de dos minutos, hazla inmediatamente. No la pienses, simplemente hazla. Es una forma de entrenar tu mente a actuar sin postergar.
  2. Divide y vencerás – Si una tarea parece abrumadora, divídela en partes pequeñas. Escribe solo una frase de tu discurso. Luego, otra. Poco a poco, el miedo desaparecerá.
  3. El compromiso visible – Dilo en voz alta o escríbelo en un lugar donde puedas verlo. Cuando declaras tu intención, creas una responsabilidad contigo mismo y con los demás.

Epicteto me miró con intensidad y dijo:

—Cada vez que sientas el impulso de posponer, repite estas palabras: "Lo hago ahora, porque el futuro es incierto, pero mi voluntad es firme". Conviértelo en tu mantra y te harás más fuerte que cualquier excusa.

Esa noche, regresé a casa y, en lugar de postergar mi discurso una vez más, tomé una tablilla de cera y empecé a escribir. Mi mano temblaba, mis ideas aún eran confusas, pero seguí adelante. Cuando terminé la primera frase, me sentí libre. Me di cuenta de que el peor momento de la procrastinación es el instante antes de comenzar. Una vez que das el primer paso, el miedo se desvanece y lo imposible se convierte en posible.

Resumen y Reflexión

Epicteto nos enseña que la procrastinación no es solo falta de disciplina, sino una forma de miedo disfrazado. Posponemos porque tememos fracasar, porque queremos hacer algo perfecto desde el inicio, o porque creemos que aún tenemos tiempo. Pero cada día que postergamos algo importante es un paso atrás en nuestra propia vida.

Ejercicios para Superar la Procrastinación:

  • La regla de los dos minutos.
  • Dividir las tareas en partes pequeñas.
  • Hacer compromisos visibles.
  • Repetir el mantra: "Lo hago ahora, porque el futuro es incierto, pero mi voluntad es firme".

Recuerda las palabras de Epicteto: "Mañana es la excusa de los débiles. Si quieres ser libre, actúa ahora."

 Te dejo el video completo: 



Síguenos en nuestras redes sociales y encuentra más videos interesantes:

Youtube: https://www.youtube.com/@sabiduriayserenidad 

Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=61573484527664


Comentarios

  1. muchas veces dejamos las cosas para después, pero nunca teminamos por hacerlas

    ResponderEliminar
  2. y yo pensaba que era pereza, pero realmente ... hay miedo detrás

    ResponderEliminar
  3. interesante este texto, no solo postergamos las cosas por pereza sino por miedos

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Domina tus deseos: La templanza según Sócrates

  Un mensaje desde la filosofía para el alma contemporánea Domina tus deseos. No porque el deseo sea malo en sí mismo, sino porque cuando él te gobierna, tú dejas de ser libre. Soy Sócrates, y si mis palabras te alcanzan a través del tiempo, es porque el alma humana sigue siendo la misma: inquieta, deseosa, confundida entre lo que quiere y lo que necesita. En mi época, como en la tuya, los hombres corrían tras el placer como si fuera el propósito último de la existencia. Pero he aprendido que no hay mayor tragedia que vivir esclavizado por lo que uno desea, sin antes preguntarse si ese deseo nos eleva o nos hunde. La templanza no es negarse al mundo, sino aprender a habitarlo con sabiduría. No es frialdad ni indiferencia, sino un calor interior que no arde con violencia, sino que ilumina con equilibrio. La confusión entre libertad y capricho Hoy, muchos proclaman ser libres porque hacen lo que quieren. Pero dime, ¿qué valor tiene una libertad que cambia de rumbo según el capricho...

SUFRES POR LO QUE PIENSAS, NO POR LO QUE PASA

  Oh discípulo de la razón , siéntate a mi lado y escucha con atención, porque hoy te hablaré de una verdad que, si la comprendes, te hará libre. Muchos vienen a mí con el rostro abatido, cargando penas, angustias y desesperación. Creen que sufren porque han perdido algo, porque otros los han herido, o porque el destino les ha sido adverso. Pero yo te digo:  no sufres por lo que pasa, sino por lo que piensas de lo que pasa . El ladrón puede llevarse tus pertenencias, pero no puede tocar tu juicio. El tirano puede atarte el cuerpo, pero no puede encadenar tu alma si tú no lo permites. La vida puede arrebatarte aquello que amas, pero no puede obligarte a sufrir por ello, a menos que tú decidas pensar que eso es un mal . ¿Y qué es el mal, sino una opinión tuya sobre lo que no comprendes? ¿Y qué es el sufrimiento, sino un grito de tu mente que se aferra a lo que ya no está o teme lo que aún no ha llegado? Tú eres el artífice de tu tormento . Has convertido pensamientos pasajer...

🛑 Tú elegiste sufrir... aunque no lo sabías.

Sin darte cuenta convertiste tu mente en un pequeño infierno. No fueron los dioses, ni el destino. Fuiste tú... alimentando pensamientos que te queman por dentro, repitiendo heridas como mantras silenciosos, atándote a juicios que ni siquiera te pertenecen. Muchos creen que el infierno es algo que vendrá después de esta vida. No. El verdadero tormento ya comenzó, está dentro de ti. No necesitas un demonio que te persiga. Te basta con tu propia voz, esa que no calla, que critica, que compara, que se culpa. Aparece cuando no gobiernas tus pensamientos, cuando repites las mismas heridas, cuando te haces esclavo de lo que no controlas.  🧠 El infierno no es un lugar. Lo construyen nuestros hábitos mentales. ¿Crees que necesitas un demonio que te persiga? ¿Un castigo celestial? No. El hombre ha aprendido a torturarse solo. Lo he visto una y otra vez: • Aquel que repite en su mente palabras de desprecio que le dijeron hace años… • Aquella que no se perdona por un error cometido, aun...