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"La templanza es aprender a vivir sin ser esclavo de tus deseos"

Domina tus deseos: La templanza según Sócrates

 Un mensaje desde la filosofía para el alma contemporánea

Domina tus deseos. No porque el deseo sea malo en sí mismo, sino porque cuando él te gobierna, tú dejas de ser libre.

Soy Sócrates, y si mis palabras te alcanzan a través del tiempo, es porque el alma humana sigue siendo la misma: inquieta, deseosa, confundida entre lo que quiere y lo que necesita.

En mi época, como en la tuya, los hombres corrían tras el placer como si fuera el propósito último de la existencia. Pero he aprendido que no hay mayor tragedia que vivir esclavizado por lo que uno desea, sin antes preguntarse si ese deseo nos eleva o nos hunde.

La templanza no es negarse al mundo, sino aprender a habitarlo con sabiduría. No es frialdad ni indiferencia, sino un calor interior que no arde con violencia, sino que ilumina con equilibrio.

La confusión entre libertad y capricho

Hoy, muchos proclaman ser libres porque hacen lo que quieren. Pero dime, ¿qué valor tiene una libertad que cambia de rumbo según el capricho del cuerpo? ¿No es eso, en realidad, otra forma de esclavitud?

El cuerpo exige, el mundo ofrece, pero es el alma la que paga el precio. Cada vez que cedes sin pensar, cada vez que el impulso vence a la razón, una parte de tu dignidad se disuelve.

No te lo digo para culparte, sino para invitarte a un despertar. Porque el dominio de sí mismo no es un castigo, sino una liberación profunda.


Conócete a ti mismo: el primer paso

“Conócete a ti mismo” no es una frase bonita, es una advertencia. Porque quien no se conoce, se pierde. Y quien no se domina, se encadena. El autoconocimiento es el principio de toda vida filosófica, pero también de toda vida libre.

Pregúntate:

  • ¿A quién sirves tú?

  • ¿A tu razón o a tus impulsos?

  • ¿Eres dueño de ti o una marioneta de tus deseos?

Estas preguntas no buscan avergonzarte, sino despertarte.


El arte de desear sin ser esclavo

No te digo que no desees. Desear es humano. Pero el sabio desea sin perder la calma si no obtiene lo que quiere. La templanza es desear con conciencia.

  • Comer con gratitud, no con ansiedad.

  • Amar con presencia, no con apego.

  • Desear, pero no desesperar.

Ahí está la diferencia entre vivir como ser racional, o vivir arrastrado como una hoja al viento de los impulsos.


La templanza como virtud filosófica

Entre las virtudes cardinales, la templanza es la que mantiene a raya el caos interior. No es la más ruidosa, pero es la que sostiene la armonía del alma.

Sin templanza, la valentía se convierte en temeridad. Sin templanza, la justicia se vuelve venganza. Sin templanza, la sabiduría se mancha de arrogancia.

La templanza es la armonizadora, la que modula, la que enseña que la libertad verdadera no está en hacer lo que quieras, sino en querer lo correcto.


El fuego que arde en ti

Mira la imagen. Mira el fuego. Ese fuego representa tus pasiones, tus deseos, tus impulsos. No se trata de apagarlo, sino de educarlo. ¡Qué gran error es intentar sofocar lo que simplemente necesita ser comprendido y canalizado!

El fuego es energía vital. Pero si no lo diriges, te consume.

Por eso te digo: enciende en ti la luz de la razón que lo guíe. Esa es la verdadera libertad. Esa es la virtud. Ese es el conocimiento que importa.


La victoria más grande

Dominar tus deseos es conquistarte a ti mismo. Y no hay victoria más grande que esa. No recibir aplausos, no obtener riquezas, no vencer a otros. ¡Sino vencerte a ti! Vencer tu ignorancia, tus excesos, tus falsas creencias.

Esa victoria no te la puede quitar nadie. Porque no es de este mundo, es del alma.


Camina con firmeza. Observa tus deseos. Compréndelos. Domínalos.

Y entonces, cuando el mundo te grite que sigas la corriente, podrás quedarte en silencio… y sonreír con serenidad.

-- Sócrates.


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